sábado, 3 de marzo de 2012

ITINERARIO POR EL PARQUE DE MARÍA LUISA

La Exposición Iberoamericana de Sevilla, legó a la posteridad una serie de transformaciones en la fisonomía urbana de la ciudad, con la apertura de nuevas avenidas, la construcción de bellos edificios y la expansión del casco urbano hacia el sector sur.


Dentro de este legado que podemos disfrutar hoy en día, como pieza clave destaca con luz propia, todo el recinto de jardines y pabellones que llamamos Parque de María Luisa, que en transcurso de los años ha conferido a la ciudad el carácter propio del mismo y la ciudad ha reflejado en él su espíritu romántico; produciéndose una simbiosis tal, que decir Parque de María Luisa equivale a decir Sevilla; lo mismo que identificamos esta ciudad, con la Giralda, la Torre del Oro, la Catedral o el Barrio de Santa Cruz.

Es pues la realidad de una esencia arquitectónica en el aspecto urbanístico que sumado a una carga lírica, la articulan como una obra de arte. Y es que pasear por el Parque, por sus amplias avenidas protegidos por la sombra de sus altos árboles, adentrarse por senderos y vericuetos, y reposar junto a frescas fuentes escuchando el canto de los pájaros, son las esencias arquitectónicas del mismo.

Y todo esto pudo ser realidad gracias a que desde el primer momento, el Comité Ejecutivo con una visión clara de aunar los trabajos preparatorios de la Exposición con las reformas urbanísticas de Sevilla, eligieron en 1910 los terrenos entorno al Parque (Huerta de Mariana, Naranjal y Delicias) para el emplazamiento de los pabellones, dejando a éste como lugar de esparcimiento del público que la visite. La idea principal consistía en la utilización de la superficie existente entre el Prado de San Sebastián y la Corta de Tablada, que unida a los jardines construidos por el Asistente de Sevilla D. José Manuel de Arjona en 1830, denominado por el pueblo, Delicias de Arjona, nombre de su creador y que en la actualidad conocemos como Jardines de Las Delicias, configuraran el Parque, como zona verde necesaria en ese emplazamiento.

El Parque de María Luisa, era una donación que S.A.R. la Serenísima Sra. Infanta de España Doña María Luisa Fernanda de Borbón y Borbón, Duquesa de Montpensier, hizo a la ciudad de Sevilla el 23 de mayo de 1893, de parte de los jardines del Palacio de San Telmo de su propiedad, para uso público y que llevaría en su honor el nombre de “Parque de María Luisa” y que comprendía una amplia superficie ajardinada entre el Paseo de María Luisa y los límites del Huerto de Mariana. Dichos jardines de corte romántico, fueron creados por Lecolant, jardinero de los Duques de Montpensier, sobre los terrenos del antiguo Convento de San Diego y de “La Isabela”. En 1910 su estado debió ser deplorable, debido a la desidia y abandono de la Corporación Municipal, hecho este denunciado reiteradas veces por la prensa local, situación esta que debió darle un aspecto aún más romántico al recinto.

En la Memoria presentada al Comité, el 12 de noviembre de 1910, se enumeraban las múltiples deficiencias existentes en la ciudad, entre las mismas se encontraban el mencionado estado de abandono del Parque; solicitándose en las conclusiones la convocatoria de un concurso de jardinero nacionales y extranjeros para su reforma.

En enero de 1911, el Comité consulta a Jean Claude Nicolás Forestier (1861-1930), figura de reconocido prestigio, formado en la Escuela Forestal de Nancy, conservador de los parques y paseos de París desde 1887, creador de una espléndida rosaleda en el Parque de Bagatelle en la ciudad del Sena y conocedor de las experiencias de las Exposiciones parisinas de 1899 y 1900.

Desde Sevilla se le envía a Paris, un plano del recinto exposicional, para que le sirva como base para la confección de un anteproyecto, en el que se le detallan las zonas de actuación, respetando en lo posible la arboleda existente.

Este anteproyecto llega a Sevilla el 1 de abril de 1911. El Comité lo acepta, encargándole un proyecto más amplio dividido en dos fases; uno de las zonas ajardinadas señaladas en el anteproyecto donde no se aprecian construcciones y otro del resto del Parque y el Huerto de Mariana donde se uniría con el esquema general del recinto de la Exposición.

A fin de ultimar detallas del proyecto, Forestier se traslada a Sevilla, tomando contacto con estas tierras el 1 de septiembre de 1911. Visitó la ciudad, el Parque y algunas fábricas de cerámicas, las cuales le atrajeron como recurso decorativo. La presencia de Forestier en la ciudad atrae a periodistas, obteniendo una entrevista que es publicada en “El Liberal” el 2 de septiembre; dejando claro en la misma que plasmaría en su proyecto los conceptos que sobre España y Andalucía tenía, es decir, la luminosidad y la alegría de esta tierra, la composición de conjunto para que reúna una gran variedad dentro de una marcada intimidad y las condiciones climatológicas. Asimismo desvela sus fuentes de inspiración que son: las fuentes de los Venerables, la Alhambra, el Retiro de Madrid, el Alcázar de Sevilla, el Generalife de Granada y algunas casas antiguas de Sevilla y Granada.

En el mes de octubre de 1911, concluye la confección del proyecto, haciendo entrega del mismo al Comité en el mes de noviembre, en el se contemplaba una actuación sobre una superficie de 135.829 m2, con un presupuesto inicial de 250.000 pts; de inmediato se puso de manifiesto lo insuficiente del mismo, por lo que después de varios incrementos, el Comité Ejecutivo aprueba a finales de ese mismo año un presupuesto por valor de 500.000 pts, cantidad considerable para la época, pero digna para un proyecto que era no solo un jardín, sino una obra de arte.


Desde 1911 hasta el 18 de abril de 1914 -fecha de su inauguración- se desarrollan las obras, algunos dudaron y se mostraron recelosos de que un francés fuera el encargado de la reforma; es mas surgieron discrepancias entre Forestier y Aníbal González -responsable arquitectónico de la Exposición- pero el Comité supo otorgarles a cada uno poder en sus respectivas áreas. Al finalizar las reformas todos los comentarios fueron de alegría por los resultados obtenidos y prueba de ello es el magnifico recinto que podemos disfrutar hoy día.

El Parque diseñado por Forestier, se estructuraba básicamente en un perímetro de forma hexagonal, con un trazado interior ortogonal, completado interiormente por sendas que discurren entre frondosa arboleda, provocando sensaciones sugerentes de nostalgia y melancolía, heredadas del jardinero de los Montpensier, muy al gusto del carácter sevillano. A modo de foco central establece el ya existente “Estanque de los Patos”, con su isleta central donde se haya enclavado el Pabellón de Alfonso XII, de tipo islámico, poseyendo el conjunto las características propias del revival historicista, utilizando como recurso decorativo la rocalla en los bordes del estanque.

De este centro arterial, crea un eje longitudinal, Norte-Sur, de destacado valor decorativo, situando en el mismo y en posiciones equidistante, dos conjuntos alimentados por las tomas de agua ya existente, con la intención de resaltar este elemento precioso y esencial en los países secos, que nos acompaña durante todo el recorrido con su murmureante ruido y refresca nuestra estancia con finos y estilizados surtidores

Al norte “El Estanque de los Lotos” y al Sur “La Fuente de los Leones”, réplica de su homónima en la Alhambra, rematando ambos conjuntos, el primero con una construcción en forma de pérgola, y el segundo con “El Monte Gurugu” ya existente, nota de carácter manierista trasplantado al romanticismo y que debe su nombre a la relación de Sevilla en la guerra de África, escenificada en parte en el monte marroquí del mismo nombre.

A este eje longitudinal, traza otros trasversales que se constituyen en dos avenidas paralelas entre sí orientadas hacia la posible apertura sobre el Prado de San Sebastián, cosa que no ocurrió al construirse la Plaza de España; enlazadas a estas avenidas se adosan una serie de sendas algo mas intrincadas preexistentes sin romper la fisonomía intima de ciertos rincones.

En el estudio de este proyecto lo que más llama la atención es la primacía de ese eje longitudinal, el cual pasamos a describir a continuación:

Partiendo de la posición Norte y dirigiéndonos hacia el Sur, encontramos en primer lugar el ya mencionado “Estanque de los Lotos”, de forma rectangular, este lugar rememora el romántico Patio del Ciprés de la Sultana del Generalife en Granada, en el que según la leyenda era el lugar donde se encontraban Soraya y el Caballero Abencerraje. En el centro del estanque se sitúa una isleta, en cuyo centro, se alza una fuente de mármol con alto surtidor, que se encuentra dentro de otro estanque más pequeño y acompañada a ambos lados por dos arriates con vegetación . Se contornea con pérgolas de dobles pilares, de sección cuadrada de ladrillo visto, con bancos también de ladrillo visto.

En el extremo meridional de toda la composición una pequeña glorieta semicircular, tras un espacio rectangular de menores dimensiones, alberga en la actualidad el monumento a la Infanta María Luisa, que da nombre al Parque, es elemento posterior y ajeno a la intervención de Forestier y que más adelante comentaremos.

Siguiendo nuestro camino hacia el Sur, nos encontramos con un parterre de forma rectangular de setos de arabescos y a continuación una “Glorieta Elíptica”, que hoy lleva el nombre de la celebre cantante Juanita Reina, con fuente surtidor de cerámica azul y blanca de forma estrellada, si seguimos mas adelante y a una altura superior a la anterior se ubica el “Estanque de los Patos”.

Consiste éste, en un estanque rodeado de piedras con una isleta de perímetro irregular en el centro, a la cual se accede por un pequeño puente. En ella se encuentra el pequeño pabellón de Alfonso XII en forma hexagonal con bellos arcos de herradura de claro tinte árabe, sostenidos por columnas de mármol blanco. Cuenta la historia popular, que fue en este lugar, de gran romanticismo, donde iniciaron su noviazgo el rey Alfonso XII y María de las Mercedes, cuando todo este conjunto formaba parte de los jardines del Palacio de San Telmo. Tanto el estanque como el templete están descritos como existentes ya en el Jardín de San Telmo y respetados por Forestier en sus proyectos para el Parque de María Luisa. Toda la zona junto a otras glorietas del parque han sido restauradas recientemente (2002) dotando a la isleta central de otro puentecillo de madera, para hacer más fácil su acceso y desalojo.

A continuación de éste, un es tanque en forma de T de cerámica con surtidores manando de los bordillos con macetas y rodeado de setos de arrayanes; mas adelante la “Fuente de las Ranas” de forma circular, en cerámica de vistosos colores ejecutada por Manuel García Montalvan, siendo sustituida por su mal estado, por la que actualmente existe ejecutada por la fabrica de Mensaque y Rodríguez y Cía.

Ya por último en el extremo Sur, otro estanque largo con surtidores, en un gran espacio ajardinado y rodeada de naranjos da paso a la “Fuente de los Leones” o Jardín de los Leones, es la mayor y más vistosa de todas las fuentes del Parque. Elevada del suelo, su forma es poligonal es cruzada por dos pasillos perpendiculares que dividen la fuente en cuatro estanques o piscinas. En el cruce de los paseos figura una taza muy baja, con surtidor, decorada con dibujos cerámicos, inicialmente fabricada por Ramos Rejano, y la de ahora debida a Mensaque Rodríguez y Cía

Los leones que dan nombre a esta fuente, y que fueron labrados por el escultor Manuel Delgado Brakembury, los cuales se sustituyeron por los actuales de Juan Abascal en 1956, dentro de un plan amplio plan de reformas del parque, siendo recobrada mas tarde después de una cuidadosa limpieza realizada en 1992. Este último conjunto se completa de parterres de rosas que se apoyan en un juego de pérgolas de pilares de sección cuadrada decorados con rombos cerámicos de color azul, cubiertas por plantas trepadoras. De espaldas al monte Gurugú se sitúa un banco con celosía de ladrillo en la parte alta del respaldo, combinando ladrillo y cerámicas de varios colores el resto, todo lo cual se conserva tal y como la diseñó Forestier a principios de siglo al proyectar el Parque de María Luisa.

Esta es en síntesis la descripción de los elementos decorativos construidos en el parque, pero no debemos olvidar el elemento vegetal, cuya rotundidad, en algunas especies vegetales plantadas, hacen que la primavera sea una verdadera explosión de colorido, que unido al perfume de la floración de los naranjos embriagan el aire del Parque para disfrute de los que lo visitan.

Para ello Forestier pone principal empeño en la selección de las especies, teniendo en cuenta la climatología de estas tierras, sombreando con acacias, plátanos, palmeras y sicomoros las avenidas; entre los arbustos escoge los que producen flor como el júpiter, las adelfas, abutilones de flor roja, además de mirtos, arrayanes, bojes y laureles. Para enseñorear el Parque elige flores como el lirio, las clavellinas, los pensamientos y los geranios, reinando sobre todas los rosales y para los estanque los nenúfares. Es, por tanto, comprensible las expresiones de júbilo y alegría cuando el 18 de abril de 1914, coincidiendo con el primer día de feria, abrió sus puertas al público con este magnífico cuadro de fragancias y frondosidad enmarcado en un singular recinto.

Forestier crea un parque al gusto de los sevillanos, para lo cual realiza un minucioso estudio a todos los niveles, tanto formales como técnicos y de conceptos, y actúa de forma psicológica haciéndose eco de las preferencias de los sevillanos y de los jardines de carácter islámicos de la Alhambra y del Alcázar de Sevilla que tanto lo habían impresionado; dejándose llevar por la frescura del agua borboteante manando de los surtidores de las pequeñas fuentes a nivel del suelo o del borde de las acequias; por el perfume de los arrayanes y jazmines; por el juego de colores de los azulejos reflejados en los estanques. Y todo esto unido al respeto de los elementos ya existentes con unos leves toque de influencia francesa y la utilización del paisajismo ingles solo en algunas zonas con praderas de césped insertas entre árboles, dan lugar a un parque que no solo sirve de marco al recinto exposicional, sino que posteriormente se entregue al goce y disfrute de todos los ciudadanos.

El estilo que Forestier imprime al Parque de María Luisa, lo podemos clasificar como ecléctico, quizás en su deseo de sumarse al propósito del Comité Ejecutivo, siendo este un compendio de elementos del pasado unidos a elementos regionalistas, románticos e islámicos con una casi nula presencia de la influencia francesa e inglesa, dejando clara su inspiración hispana, sobre todo andaluza, fuertemente islamizada, heredera ésta de los jardines musulmanes de Granada y Sevilla, con el uso de estanques que se asemejan a su uso de riego como acequias; fuentes que surgen del suelo de formas octogonales o circulares, y sobre todo la utilización del agua como espejo donde se reflejan cerámicas de vivos colores y macizos de arrayanes; parterres de pequeño tamaño con perfiles poligonales; y el ladrillo y el azulejo como elemento constructivo para bancos y pérgolas, y la olambrilla para el enlosado del pavimento.

Esta fue la primera obra culminada por el Comité Ejecutivo en la que tuvo un acierto reconocido por todos, que redundó en la fama de Sevilla. Dando lugar a que el Comité encargara a Forestier en 1915, los proyectos encaminados a la perfecta cohesión entre el Parque y el resto de los espacios del recinto, concretándose en dos proyectos uno el del Huerto de Mariana y su unión al Parque, es decir, el enlace del Parque con la Plaza de Honor, futura Plaza de América, donde se sitúa el Pabellón de Manufacturas y Artes Decorativas o Mudéjar de espaldas al Monte Gurugú y la rosaleda; y otro el espacio incorporado de la linde del Parque con el Prado de San Sebastián, desde San Telmo hasta el Huerto de Mariana.

El primero, aun siendo un espacio pequeño, lo resuelve multiplicando las sendas y creando una avenida que divide en dos la zona, con estas actuaciones desaparece la forma hexagonal primitiva del Parque, prolongándola hacia el Sur, y conservando la vegetación existente.

Para el segundo proyecto, diseña una amplia avenida con anden central y calzadas laterales, interrumpida de vez en cuando por espacios abiertos, formando glorietas, respe-tando los naranjos existentes e Intercalando arbustos de flores.

Además de estas actuaciones Forestier intervino también en un proyecto para acondicionar la Plaza de San Fernando en 1911, que no se llegó a ejecutar. Y en sesión celebrada el 22 de septiembre de 1924, se acepta el nuevo plano presentado por Forestier para el Sector Sur de la Exposición; posteriormente se vería muy modificado por exigencias del programa a fin de ajustarse a las necesidades previstas tras las reuniones celebradas entre Forestier, Aníbal González y miembros del Comité Permanente.

Independiente a las intervenciones de Forestier en el Parque de María Luisa, también se construyeron para perpetuo recuerdo de personajes ilustres sevillanos, distintas glorietas.

A modo de conclusión y a la vista de los resultados podemos decir que Sevilla recibió en su Zona Sur la presencia de un Parque, cuya superficie actual es de 38 hectáreas, producto de la expansión de la ciudad en esa dirección, y que a pesar de ser diseñado por un francés, refleja la esencian del sentimiento andaluz y que por si mismo se constituye en obra de arte.

Por todo ello el Parque mas que nunca es el sedante de las prisas, la sombra fresca del tórrido verano, un oasis de paz accesible, paraíso del ciudadano que cubre sus horas de descanso con el disfrute de la naturaleza en el corazón de la ciudad, contemplando su abundante vegetación, el trinar de los pájaros o el majestuoso plumaje de los pavos reales con su señorial andar.


Glorietas del Parque de María Luisa (I)
Hay 4 glorietas del parque de María Luisa: Glorieta Rafael de León, Glorieta de Dante Alighieri, Glorieta de los Hermanos Álvarez Quintero y finalizaremos en el Jardín de los leones.

Rafael de León
Entre la Avenida Hernán Cortes y la glorieta de Covadonga se halla la Glorieta de Rafael León. Dispuesta entre grandes almeces y un significativo laurel de indias, con una fuente central redonda y varios bancos de hierro calado, esta glorieta que ya estaba formada se dedico a Rafael León, colocando un amplísimo cartel de azulejos con uno de sus mas conocidos poemas.

Dante Alighieri
Erigida por el Instituto Dante Alighieri de Sevilla, la historia de la cabeza del gran poeta florentino ha sido algo compleja en nuestra ciudad. Su primer asentamiento fue junto a las Murallas del Alcázar en la calle Joaquín Romero Murube, con posterioridad en la Avenida de Rodríguez Caso, lugar donde estuvo emplazado el monumento a la Infanta María Luisa, quedando finalmente instalado en el lugar que hoy ocupa en la avenida de Hernán Cortes y próxima a la Glorieta de los Hermanos Álvarez Quintero. Adornado con columnas del monumento a la Infanta. El Busto es obra del escultor sevillano D. Juan de Abascal.

Hermanos Álvarez Quintero
Al final de la Avenida Hernán Cortes se encuentra la glorieta de los Hermanos Álvarez Quintero. Proyectada por Aníbal González, fue inaugurada en 1927, haciendo realidad una propuesta realizada al ayuntamiento de Sevilla por el pintor Santiago Martinez y que fue aceptada por el comité de la exposición iberoamericana en 1925.

Rodeada por eucaliptos, árboles del amor, dos palmeras y buganvillas, esta glorieta es una de las más espaciosas del parque Maria Luisa. La mayor parte de su superficie es rectangular, con un estanque central y dos largos bancos situados en sus lados mayores, en cuyos respaldos y azulejos se retratan a los Hermanos Álvarez Quintero acompañados de muchos títulos de sus obras.

Después de este espacio rectangular y de dos pasos abiertos, uno a cada lada, la glorieta se cierra en semicírculo con una grada de dos peldaños y otros bancos adornados con más títulos quinterianos, en este caso recorrido en su borde superior con una dedicatoria. Entre estos dos últimos bancos, en un cuerpo central, un frontón enmarcado entre dos columnas medio platerescas encima de una fuente de cerámica con adornos en relieves se muestra el exlibris de ambos autores acompañado con la leyenda: “Un solo Aliento impulsa las dos velas.

Del modelo de la pila y los amorcillos se encargo el escultor sevillano Adolfo López Rodríguez y de la azulejería y el vidriado de la pila se encargo Manuel García Montalbán.

Jardín de los leones
A continuación de la fuente de las ranas y de otra fuente alargada con surtidores, en un gran espacio ajardinado y rodeada de naranjos se halla la fuente de Los Leones, la mayor y más vistosa de todas las fuentes del Parque. Elevada del Suelo su forma es poligonal, cruzada por dos pasillos perpendiculares que dividen la fuente en cuatro estanques o piscinas.

En el cruce de los paseos una taza muy baja, con surtidor, decorada con dibujos cerámicos, inicialmente fabricada por Ramos Rejano, y la de ahora debida a Mensaque Rodríguez y Cía.

Los leones le aportan el nombre y que fueron labrados por el escultor Manuel Delgado Blackembury, los reemplazan los actuales, realizados por Juan Abascal. Esta obra y una importante obra del parque se efectuaron en 1956. Han sido de nuevo recobrados tras una cuidadosa limpieza en 1992.

Entre la fuente de los leones y el monte Gurugú , el fondo del eje central que delimitan las fuentes, se sitúa una pérgola con bancos que se conservan tal y como la diseño Forestier a principios del siglo pasado al proyectar el Parque de María Luisa.

Glorietas del Parque María Luisa (II)
Recorrido por la parte Oeste. Recorreremos la Glorieta de Ofelia Nieto, Mas y Prat, Doña Sol y por último la Glorieta de Concha.

Ofelia Nieto
Desde la avenida de Pizarro, dos caminos paralelos bordeados de anchos y altos setos de ciprés, cuidadosamente recortados, y adelfas, conducen a esta glorieta de la cantante Ofelia Nieto. Trazada por el arquitecto Juan Talavera Heredia, sobre un fondo de ciprés, el frente está totalmente despejado y abierto a la citada avenida. Su parte posterior, semicircular, la cierra una pared blanca, de media altura, con dos cancelas, en cuya parte central, en una gran hornacina revestida de baldosas cerámicas, se representa a Ofelia Nieto acompañada por dos figuras que simbolizan el canto y la música. El dibujo de esta composición es de Juan Miguel Sánchez, y la realización de la Fábrica de Nuestra Señora de la O de Triana.

Asimismo en azulejos, en dos paredes laterales se ofrecen nombres de compositores famosos y títulos de obras musicales. La complementan una fuente central y los consabidos bancos. El domingo 30 de junio de 1935, a las siete de la tarde, se inauguró la glorieta de Ofelia Nieto. En aquella ocasión, Federico García Sanchis (1886-1964), literato, crítico de arte, novelista y hábil conferenciante, ofreció una charla en memoria de la que fue maravillosa intérprete del arte lírico. En ella pidió que, así como en la glorieta de Bécquer se podían leer las obras de ese poeta, también en la glorieta de Ofelia Nieto se escuchara su voz, por ello es una glorieta usada en muchas ocasiones para conciertos.

Mas y Prat
Este recuerdo a Benito Más y Prat fue levantado por la iniciativa del profesor Enrique Real Magdaleno y costeado por suscripción popular, el proyecto es de Aníbal González y su inauguración tuvo lugar el 2 de mayo de 1924. Enmarcada con sóforas y construida con ladrillo agramilado, su forma es semicircular, delimitada por dos bancos con respaldo de hierro, rematados con pináculos. En dichos pilares se abren dos anaqueles para libros, y en sus otras caras figuran, en azulejos, escenas costumbristas sevillanas originales del pintor José García Ramos, copiadas por el también pintor y ceramista Enrique Orce y realizados por la Fábrica de Ramos Rejano. Todo ello presidido por un cuerpo más elevado donde se expone un busto de Mas y Prat, labrado por el escultor Antonio Castillo Lastrucci. En ese mismo cuerpo, también en un azulejo, de mayor tamaño, se representan los emblemas de Sevilla y de Écija, sostenidos por dos amorcillos. Toda la obra cerámica de esa glorieta la decoró Enrique Orce Mármol.

Glorieta de Doña Sol
Dedicada al recuerdo de la ilustre dama Doña Sol Stuart Fitz-James y Falcó, Duquesa de Santoña, que tanta predilección sintió por nuestra ciudad en su dilatada vida.

La glorieta fue inaugurada el 22 de abril de 1959 y fue obra del arquitecto Luis Gómez Estern. Dentro de la ortodoxia regular y la ortogonalidad que presentan la mayoría de las glorietas del parque, ésta contrasta y llama la atención por la presencia de la curva que con grandes sinuosidades va describiendo el contorno de los arriates y a ella se pliega y somete todo el diseño de la misma. El ladrillo aplantillado se emplea en bancos, bordes de arriates y escalinatas de acceso, pues toda ella está levemente deprimida con respecto a la cota de las sendas que la rodean. A esos peldaños se les integran unas originales rampas.

Ocupa un amplio sector en el Parque, en su parte de poniente, cercano a la Isleta de los Patos, al otro lado de la avenida de Pizarro. Los bancos y pedestales de las estatuas decorativas, están enmarcados por arriates y cuadro de rosales, setos vivos y arbolado, entre el que hay falsas acacias (Robinia pseudoacacia), que forman un conjunto luminoso y polícromo.

En la actualidad la rosaleda convive con distintas variedades de plantas de flor. En este lugar estuvieron ubicados unos ciervos y jabalíes, y era el corral donde estos pacentaban.

Glorieta de la Concha
Situada frente a la Glorieta de Benito Más y Prat, toma su nombre de la concha que poseía la fuente central que la preside. Se trataba de una magnífica pieza de cerámica trianera de color cobrizo originalmente construida por Cerámica Montalván (Triana) y con posterioridad por el escultor Emilio García Ortiz, hoy desaparecida. En el conjunto de la Glorieta destaca el juego de azulejería blanca, azul y cobriza que se manifiesta tanto en la fuente como en los bancos y muretes del perímetro. Cuatro esculturas representando las estaciones del año presidían los parterres laterales.

Setos de bonetero (Euonymus japonicus) delimitan los parterres que forman una cruz, con variada representación de plantas de flor en su interior. Pueden asimismo admirarse dos buenos ejemplares de árbol de Júpiter (Lagerstroemia indica) así como en sus bordes altas y esbeltas palmeras de la fortuna (Trachycarpus fortunei)

La Glorieta figura en perspectivas dibujadas del Parque en el año 1913 por J.C. Forestier. Su diseño ordenado y clasicista, combinado con los toques de cerámica local, refleja la síntesis que ofrece en mucho de sus diseños para el Parque.

Dos de las estatuas de las cuatro estaciones que adornaban la glorieta en sus comienzos, aún hoy se pueden ver los pedestales. De las otras dos, de una solo quedan los pies y de la otra todo menos la cabeza.

Glorietas del Parque Marialuisa (III)
Con tres estilos y de tres épocas completamente diferentes. A saber, Glorieta de Luca de Tena, Glorieta de Luis Montoto y la Glorieta de Becquer.

Glorieta Torcuato Luca de Tena
La glorieta dedicada a Torcuato Luca de Tena es una obra para la Exposición de 1929, tal y como nos recuerda lo motivos de su pajarera. La glorieta tiene una forma similar a la plaza de España. Posee un cuerpo central, donde se halla la pajarera y a lo largo de los laterales se extienden sendas pérgolas formando una glorieta semicircular, donde se mezclan buganvillas que techan las pérgolas. En el centro junto a una fuente se encuentra un busto de D. Torcuato Luca de Tena y Alvarez-Ossorio uno de los hombres más influyentes de la Sevilla de principios del siglo XX. El busto es obra de Emilio Laiz Campos y ocupa la glorieta desde 1954.

Glorieta Luis Montoto
En un bonito rincón del parque, adornado por un magnolio, almeces, cipreses y un árbol de fuego, está la glorieta dedicada al literato Luis Montoto y Raustentrauch. La idea de su construcción la tuvieron los dramaturgos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, como la dedicada a Bécquer. Abierta al público el primer día de marzo de 1959, la proyectó el arquitecto Luis Gómez Estern. Su principal adorno es un estanque con una figura femenina, de factura muy simple, presidido por un muro cerámico calado que sirve de fondo, del cual mana una fuente. Estas dos obras se deben al escultor Emilio García Ortíz.

Glorieta a Becquer
Junto a la avenida de Bécquer, se sitúa la glorieta del mismo nombre y cuyo monumento es, sin duda, el más logrado y el más apropiado para adornar un jardín romántico como el parque de María Luisa. Esta idea la concibieron los dramaturgos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, al tiempo que en la Exposición Nacional de Bellas Artes celebrada en Madrid en 1910 se exponía un proyecto de monumento a dicho poeta, presentado por el escultor Lorenzo Coullaut Valera. Con ese proyecto, y los beneficios allegados por la obra ¿La rima eterna¿, ¿Comedia de plácido sueño y de honda poesía¿, inspirada en la rima IV de Bécquer, escrita por los hermanos Álvarez Quintero y estrenada en el Teatro Lara, de Madrid, el 23 de noviembre del mismo año, se costeó el monumento a Gustavo Adolfo Bécquer inaugurado en el parque de María Luisa el 9 de diciembre de 1911.

De la labra del monumento a Bécquer, compuesto por un busto del poeta y el grupo sedente de tres figuras femeninas inspiradas en la rima X becqueriana: «El amor que pasa», se encargó el taller de escultura de Federico Bechini Bagnasco, italiano nacido en Livorno y establecido en Barcelona en 1881. De las otras dos figuras de bronce que completan dicho monumento: una, yacente, o el «Amor herido», y la otra un amorcillo joven o Cupido, es muy probable que se reprodujeran en el taller de fundición artística de otro italiano, Romolo Staccioli, instalado también en Barcelona en 1888. El grupo de tres figuras femeninas del monumento a Bécquer está realizado en una sola pieza de mármol.

El monumento está ubicado alrededor de un ciprés de los pantanos, Taxodium distichum L, plantado en 1850, según unos, y en 1870 según otros, que en la actualidad constituye uno de los árboles singulares del Parque de María Luisa.. Sobre un basamento poligonal, en un banco que abraza su contorno, se alojan los símbolos ya comentados, sólo interrumpido por un elevado pedestal con el busto del poeta.

En 1918, el arquitecto Aníbal González suprimió la verja del hierro que definía el jardín que rodea el monumento, siendo ésta reemplazada por una falca de piedra. Asimismo se sustituyeron entonces los bancos, que eran de madera, por otros de mármol. Posteriormente se han realizado diversas obras, sobre todo de restauración y adaptación al crecimiento vegetativo del árbol. En 1988 se sustituye la verjilla de protección interior y en 1995 se construye la verja exterior de protección a la vez que se realiza la restauración a cargo del escultor D. Sebastián Santos Calero.

El ciprés de los pantanos, también conocido por ciprés calvo, es una conífera, caducifolia en áreas de inviernos con bajas temperaturas, originaria de la cuenca del río Mississippi La designación del género: Taxodium hace referencia al parecido de sus hojas con la del tejo Crece naturalmente en zonas pantanosas o encharcadas, de Norteamérica donde sus raíces aéreas (neumatóforos) saliendo del lodo, absorben el oxígeno del aire. Es una especie muy longeva y que alcanza gran altura.


Glorietas del Parque Marialuisa (IV)
Las glorietas más desconocidas de nuestro parque: La Glorieta de los Hermanos Machado y la Glorieta de los Toreros. Ambas estan situadas en el sur-este del parque a medio camino del Pabellón Domecq y la Plaza de América, siendo uno de los puntos más tranquilos del parque.

Hermanos Machado
La glorieta de los Hermanos Machado, es una especie de Islote donde resguardarse en medio de un vasto territorio cubierto de césped. Arquitectónicamente la glorieta es muy simple, esta formada por tres bancos formando un circulo, donde encontramos mármol rosa combinado con un enrejado de estilo florista que sirve como respaldar. En el centro se encuentra una fuente de mármol rosa sobre un mosaico con diferentes motivos geométricos. Como curiosidad en esta glorieta se puede apreciar la única Araucania Australiana (Araucaria bidwillii) que se encuentra en Sevilla, además esta el paisajismo esta muy logrado gracias a unas pergolas y una serie de elementos como columnas clásicas que aumentan esa sensación de recogimiento que transmite la glorieta.

De los Toreros
Inmediatamente detrás de la glorieta de los Quintero, en un nivel más bajo, entre naranjos, setos de pitosporos y boj y unos altos eucaliptos Sevilla tuvo un delicado recuerdo al construir la Fuente de los Toreros.

En la época romántica del siglo XIX, a los monumentos religiosos, regios y militares les suceden, con una gran similitud en la mayoría de parques y jardines públicos, otros recuerdos ofrecidos a artistas de todas clases. Entre esos artistas, el actor es entonces apreciado, y como no podría haber sido en otro lugar, en nuestro país el torero se convierte asimismo en personaje importante.

El espacio que ocupa la Fuente de los Toreros es más bien reducido. Su forma es circular. En el centro, del nivel del suelo y hasta la fuente descienden cuatro gradas revestidas de azulejos policromados. Y entre ese círculo central y el resto de su forma, un paseo interior y cuatro bancos con respaldo terminados por pilastras, abiertos por otros tantos pasos.

Todo de obra y asimismo alicatado con pequeñas baldosas, cuya decoración consiste en una variedad de asuntos seriados que representan retratos de toreros, personajes del siglo XVIII y tipos populares del XIX y del XX, como una mujer con toca blanca, un hombre con sombrero calañés, cantaores, guitarristas, gitanos, armados y seises, toreros, picadores, nazarenos... Toda una Andalucía castiza. A pesar de haber sido restaurada en 2002 su fuente suele estar apagada, quitándole encanto al lugar y al gran mosaico que forman.


Parque de María Luisa (Sevilla). Itinerario botánico.

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